La transformación digital es un fenómeno transversal que ha revolucionado todas las industrias, incluyendo el sector público. La experiencia de trabajar con más de 600 empresas en tres países, ha demostrado que la digitalización de procesos documentales mejora la eficiencia, reduce los costos y ofrece soluciones más sostenibles. Restringir el uso de la firma electrónica avanzada en instrumentos que exigen legalización es contrario a los intereses del Estado y de la ciudadanía.
La firma electrónica no es una tecnología experimental ni una moda pasajera. Está respaldada por la ley 19.799 y cumple con los estándares internacionales más exigentes. Permite la validación de documentos con la misma seguridad jurídica que la firma tradicional, pero sin los costos y barreras asociadas a la presencialidad, como el desplazamiento a una notaría.
Algunos opositores citan preocupaciones sobre la seguridad y validez de la firma electrónica. Sin embargo, los avances en tecnología y los sistemas de identificación digital garantizan que los procesos sean tan seguros como los trámites presenciales. La firma electrónica avanzada valida la identidad de las partes involucradas y asegura que el documento no haya sido alterado, lo que le otorga la misma fe pública que una firma notarial.
Nuestra experiencia trabajando con empresas en Chile, Perú y Colombia nos ha mostrado cómo la digitalización mejora el acceso a servicios, reduce significativamente los tiempos de tramitación y beneficia a las empresas, sus colaboradores, proveedores y clientes. Limitar la implementación de herramientas como la firma electrónica no solo frena el avance de la modernización, sino que también impide a los ciudadanos acceder a servicios más rápidos y económicos, obligándolos a incurrir en costos innecesarios y a perder tiempo en trámites que podrían realizarse de forma más eficiente. Basta con imaginar lo eficiente que sería firmar un simple finiquito laboral con firma electrónica, en lugar de hacer que los trabajadores tengan que ir a una notaría.
La resistencia a la firma electrónica, especialmente desde algunos sectores del gremio notarial, va en contra de lo que los ciudadanos requieren hoy en día: un sistema más ágil, accesible y moderno. La experiencia de los últimos años ha demostrado que la digitalización no solo es posible, sino esencial. Es hora de que todos los sectores, incluidos los notarios, vean en la transformación digital una oportunidad para mejorar sus servicios y adaptarse a las necesidades del siglo XXI.
Daniel Guerrero N.
CEO RUBRIKA